Si ya se hablaba antes de los efectos que la tecnología estaba teniendo en nuestros hábitos diarios y en nuestras posturas corporales, después de un año de pandemia parece que la cosa no ha hecho más que empeorar. Los efectos físicos de estar atados a nuestros dispositivos pueden ser perjudiciales para nuestro cuerpo y esto se ha vuelto más evidente a medida que los protocolos de #quédateencasa han obligado a muchas personas a cambiar de oficina para trabajar desde el hogar, llenas de distracciones que ahora son la “oficina en la cocina”, la “oficina en el sofá” e incluso la “oficina en la cama”.

Es probable que hayas oído hablar del “tech-neck”, que es un término moderno para definir la curvatura causada por forzar la cabeza hacia abajo para ver mejor el móvil o el ordenador. Aunque también podemos numerar otros como dolores lumbares por pasar demasiadas horas sentados o encorvamiento de los hombros por inclinarnos sobre un ordenador que está colocado muy por debajo del nivel de los ojos.
El cuerpo está diseñado para moverse y hay que encontrar un punto intermedio. Esta sociedad totalmente tecnológica es el mundo en el que vivimos y ya no va a cambiar. Así que la pregunta es: ¿Cómo puedo adaptar mi rutina, mis hábitos posturales y mi entorno para poder trabajar cómodamente?

Cambio de posiciones
Es importante hacer un esfuerzo por ponerse de pie con regularidad y cambiar de posición para prevenir el dolor y la tensión muscular, conviene hacerlo cada pocos minutos. Después, cada 30 minutos, se debe tomar un descanso de dos minutos para levantarse, moverse y hacer algunos estiramientos como sentadillas, estiramientos sencillos de espalda o simplemente caminar. Son formas fáciles de hacer que la sangre fluya y maneras de imitar en casa lo que haríamos en nuestro lugar de trabajo, levantarnos a hacer otras cosas, hablar con otras personas o simplemente salir a desayunar.
Sentarse activamente
Hay diferencia entre estar sentado activamente y pasivamente: cuando uno se sienta en el tercio delantero de una silla o un sofá, con los pies apoyados en el suelo y los dedos de los pies apuntando hacia adelante, separados a la altura de la cadera, mientras se involucran los glúteos, esto obliga al tronco a salir de una posición encorvada y es una manera activa de sentarse. Sentarse pasivamente es cuando uno se apoya en un cojín o en el respaldo de una silla, inclinando la cadera hacia atrás y el torso hacia adelante, lo que hace que los músculos de la espalda baja trabajen horas extras para mantenerlo erguido y crea demasiada curva en la columna vertebral. Mas importante que todo esto es escuchar a tu cuerpo, él te dirá que quiere cambiar de posición.

Una mala postura puede conducir a problemas de por vida, como dolor de cuello, hombros y espalda, causando mala circulación sanguínea, reduciendo la eficacia de los pulmones, causando fatiga y siendo propenso a lesiones frecuentes. Da igual la edad que tengas, este tipo de hábitos se adquieren desde que somos muy jóvenes y nos afectan de por vida.
Hay muchas otras acciones que podemos llevar a cabo cuando estamos de pie o tumbados: mantener el cuerpo erguido, involucrar al tronco para fortalecer nuestros músculos abdominales y lumbares, relajar los músculos con más tensión, mantener la cabeza alta (paralela al suelo), no llevar el bolso solo en un lado (uno de los errores más comunes que cometemos) y dormir en posturas adecuadas (boca abajo es la menos recomendable).
Si quieres practicar en casa algunos estiramientos para espalda y hombros, aquí tienes un vídeo muy útil de yoga que te servirá de guía:
https://www.youtube.com/watch?v=6YgehNFlYH0
¿Qué haces tú para mantener la postura correcta?
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